By: Mario Gonzales
El caos y el metal muerto de la vieja escuela reventaron una noche que ardió en azufre, Santiago fue testigo de una marea que ardió en llamas gracias a la presencia de dos monstruos del Death Metal.
DiabolvsEl Annihilation Forces Marching Over Latin America comenzaba de la mejor manera con una tarde sofocante que abría paso a un recinto que comenzaba a ebullir azufre, cuando en escena aparece la malignidad de Diabolvs, banda que consta con experimentados músicos nacionales, nacido en Chile en el año 2013 como una banda a la usanza de un putrefacto Old School Death Metal.
Arriba del escenario se demuestra los años en el ruedo, la madurez musical, su impronta a la vena y desde las líricas su constante denuncia contra la decadencia de nuestra sociedad, una sociedad que cada día se vuelve más y más enferma.
La guturalidad siguió pegandole con toda la fuerza a la maldita iglesia y al bastardo nazareno, con temas que te inundan de maleficio con temáticas contrarias a la iglesia, denunciando la pedofilia y todos los males de la maldita religión, que Diabolvs dejó enterrada con su maldita cruz.
Con la clara intención de destrozar cráneos la presentación quedo plasmado por riffs asesinos que evocaron las guillotinas con las que todos quisiéramos destrozar los cuerpos de malditos pederastas disfrazados con sotanas, percusiones que son certeros martillazos en el cráneo del maldito papa y un gutural que aterroriza a los fascistas del Opus Dei.
El ponzoñoso y putrefacto sonido del metal muerto es glorificado por esta horda y, tal como lo expresan en una de sus abominaciones, DIABOLVS es “oscuridad, locura y sufrimiento”
Fuimos pocos los que estuvimos ahí presentes, pero el entusiasmo y la malignidad llenó una tarde infernal.
Fotos por: Francisco Aguilar
Demoniac
La noche seguía en un vendaval de ácida llovizna envenenada, que nos atizó desde la entrada, los malditos que esperamos sedientos por descargar la furia acumulada, fuimos partícipes de un huracán maldito desde el umbral.
Que ennegrecido en sus colores se entregó a una lucha sin arbitraje, en la cuál la cerveza fue el brebaje que calmó por momentos la sed de aquellos que sin piedad se entregaron al ritual.
Demoniac precipita la nube negra que asoma sobre nuestras cabezas para destruir toda vertiente de sanos pensamientos, así inyectarnos el despertar de aquella bestia interna que por momentos la mantenemos dormida.
En cada bocanada que Demoniac escupe con rabia inyecta una pasión que desborda entrega, ferocidad de oscura presencia contamina a todo la sala Metrónomo que se inyecto en descontrol que se vuelve pura bestialidad sin parangón, de inagotable fuerza, todo es un amasijo de sudor y crueldad que en cada riffs nos va impregnando el maleficio.
Como un tornado sin precedentes Demoniac volcó toda su capacidad interpretativa llena de virulencia, bestialidad y tecnicismo que hacen del grupo un imperdible en vivo, es la oscuridad que encegue la luz más radiante, en dónde Demoniac emerge como un ente de galopante desenfreno sin atisbo de frenos.
Cuándo la tormenta cae con inclemencia el pasado vuelve al ruedo haciéndonos divagar por lo consumible de lo inevitable del paso del tiempo, la muerte, esa que está cada vez más próxima, se adueña de cada rincón cómo un ácaro malévolo que se llena de perversión, succionando los sentidos aplicando tormentos para aquellos que se vuelven sordos y ciegos, se vuelve a cada instante en un incandescente suplicio.
Demoniac nos llevó a un paroxismo necesario, en dónde se conjugó la oscuridad plena, siendo el testigo que observamos desde primera línea, alzando las voces para que nunca más el silencio carcoma el grave latido de nuestra voz.
Morta Skuld
Tras años espera, los fervientes seguidores del maldito Metal muerto vivimos una noche épica de furia musical, los legendarios Morta Skuld, nos hicieron vivir una experiencia inolvidable en donde los amantes del metal extremo, fuimos testigos de una devastación en pleno viernes santo, en donde los malsanos cristianos celebran a un cobarde que se empala en la cruz.
La implacable energía de Morta Skuld, estos veteranos del metal se sintió desde los primeros segundos en escena, con una partida un tanto lenta por problemas técnicos, pero al quedar todo solucionado la pesadilla sonora tomo forma y fuimos llevados a un viaje a través de décadas de pesada artillería sonora y oscuridad.
Son 34 años de idas y vueltas, y después de tanto tiempo los norteamericanos de Morta Skuld plasmaron en el escenario su debut en tierras chilenas con una nueva creacion bajo el brazo”Creation Undone” que es su séptimo trabajo y en esta ocasión deciden unir sus distintas personalidades, las que, en su totalidad, apuntan a una unidad esencial que se construye según las circunstancias rítmicas lideradas por ambas guitarras.
Morta Skuld contruye epifanías que irrumpen una y otra vez contra la retorcida sucesividad temporal en una presentación que inevitablemente destruye el deshielo en su cavernario death metal.
Lo demencial se tomó el lugar y el público que abarrotada la sala Metrónomo se volvía en cada nuevo tema más sórdido, moshpit lleno de virulencia el calor no opacaba la escena, todo era bestialidad pura llena de la maldita vena que viene de los legendarios noventa, impronta de la vieja escuela que emergía a cada instante desde el escenario para inundar a todos los malditos que expelian metal muerto.
Con la presentación de sus clásicos temas el lugar se volvía añicos y cada uno de los malditos disfrutó a concho estw esperado debut de una legendaria banda que nunca estuvo olvidada.
Malevolent Creation
El 29 de marzo del 2024 quedará plasmado como se hundió en el averno nuevamente al maldito nazareno, la Sala Metrónomo, se inundó de sonidos guturales y guitarras cargadas de overdrive, con la visita de los veteranos del Death Metal, Malevolent Creation.
Malevolent Creation comenzó a entonar esos rápidos y estridentes riffs, mientras la fanaticada se abalanzaba sobre la reja que se encontraba en el escenario, alzaban sus latas de cerveza y los que estaban en la primera línea chocaban constantemente con el incesante moshpit que no daba tregua, el lugar ardía en efervescencia.
Los asistentes extasiados abarrotaron el lugar, el calor era incesante, el infierno en la tierra se declaraba y no daba tregua.
Sin rastro de humanidad descabezaron a todos los insanos asistentes que luchando en cancha, convertían a la sala Metrónomo en el Coliseo Romano, en donde el sudor y alcohol volvían el terreno en un vendaval sin sin parangón.
Eramos testigos de un maravilloso choque dantesco, de proporciones bíblicas, como si el apogeo del death se hubiera gestado aquí en esta maldita tierra, Malevolent Creation se transformaba en un arma de destrucción masiva, el incesante mosh se levantó como un intenso vendaval colosal, con las luces que tiñeron de un rojo intenso toda la jornada.
Malevolent Creation quebró esos momentos de silencio que acompañan tu camino, infectando de un crudo y pútrido Death Metal, ese que viene de la vieja escuela, en plena conexión con esa oscuridad infecta, habitante de esos rincones aún inexplorados por aquellos malditos que vienen con sus cruces a cuestas.
Es con aquellos infectos sones de rotunda muerte que Malevolent Creation emponzoña cada rincón de la Metrónomo donde los guturales infernales llegan a lacerar a cada instante, es con aquel machacar incesante que los cuerpos de miles de pestilentes se nutren de metal lleno de muerte.
Es ahí donde el lapso de vida llega a su final y solo te queda aceptar como tu compañía ese martirio que se vuelve ritual, dese el escenario Malevolent Creation nos recuerda que sucumbirás, que acabaras en los brazos de la muerte y en un necrófilo final el tiempo se extinguirá, sientes que con cada riffs la claustrofobia te domina, ya que no existe salida ni menos el perdón, es solo la muerte acechándote en cada rincón.
Convocamos a la muerte donde los simples mortales tiemblan al verle, ya que el paraje se llena lánguidamente de almas en penas y viseras ardientes, siendo el constante ritual al que somos llamados por Malevolent Creation transformar la noche Santiaguina en una llamarada vigente de sangre que violentamente sale de cuerpos devorados incesantemente.
Gracias a uno de los públicos que por excelencia empírica se ha establecido como uno de los más brutales anfitriones en este continente.
Todo fue una masacre mientras la banda enardecía al respetable, a esa horda de malsanos que se hicieron presente, en una jornada pulcra y de excelencia en dónde se devastó a Santiago.